¡Hola amigas y familias de Sala amarilla!
Como ya les hemos contado en una de las actividades anteriores, es a partir de los siete meses cuando el bebé empieza a desarrollar el sentido de sí mismo como entidad física separado de su madre.
A partir de este momento empieza a tener capacidad para darse cuenta de que él tiene una mente y los demás, otra. A partir de este momento evolutivo, es capaz de compartir el foco de atención. Esto es, cuando el adulto le señala un objeto, el bebé mira la mano del adulto y seguidamente mira al objeto. Y después vuelve a mirar al adulto.
A partir de ese momento el espejo se convierte en un aliado: colocarse junto al bebé frente al espejo, hablarle, llamarlo por su nombre, sonreírle y observar sus gestos posibilita al niño descubrir su propio rostro y construir de modo gradual su propia imagen corporal.
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